Derechos de la mujer y bienestar. ‘La Voz de Galicia’
ÉTICA COTIDIANA
‘Derechos de la mujer y bienestar’
Esperanza Guisán
La Voz de Galicia. Domingo 07 de marzo de 2010.
¨El feminismo, como todos los ismos, tiene su cara y su cruz, sus méritos y sus riesgos, ya que no siempre se obvia el injustificado rencor, la innecesaria revancha de las mujeres respecto de los hombres, en los que se quiere ver, más que unas víctimas del sistema, los enemigos del género que se diferencia de ellos.
Me gustan sobremanera los poemas de Walt Whitman y el particular el de Hojas de hierba donde se proclama: «Soy el poeta del Cuerpo, soy el poeta del Alma y digo que tan admirable es ser mujer como ser hombre, los placeres del cielo están conmigo y los dolores del infierno están conmigo. Injerto y multiplico los placeres en mi ser, traduzco los dolores a una lengua nueva. Soy el poeta de la mujer y soy el poeta del hombre. !Y digo que tan admirable es ser mujer como ser hombre! Y digo que nada hay más admirable que la madre de los hombres».
Se ha tomado indebidamente la lucha por la emancipación femenina y el derecho de las mujeres como un asunto que solo compete al bienestar de más de la mitad del género humano. Contrariamente a este sentir de revancha y de desafección entre varones y mujeres, habría que tener en consideración las afirmaciones de John Stuart Mill, uno de los autores más preclaros y conocedores de la naturaleza humana.
Mill, especialmente en La sujeción de las mujeres (o El sometimiento de las mujeres, según las diversas traducciones) nos ofrece una justificación acertada de la necesidad de conferir a las mujeres los mismos derechos que al varón. Se trata no solo de beneficiar al sexo marginado, cuando no mal parado, maltratado y ensombrecido. Se tata no solo de impedir las subordinaciones y anulaciones de la mujer como ser que piensa y siente exactamente con la misma profundidad y rigor del hombre, se trata de salvar el amor entre mujeres y varones, reconciliándolos finalmente, como pretendía Simone de Beauvoir en El segundo sexo, para hacer del hombre y la mujer compañeros y colaboradores.
La mujer obviada, marginada y esclavizada en el reducto del pequeño mundo de hogar es, según Mill, un ser egoísta y de cortos vuelos que no puede ni ocuparse del bienestar colectivo, ni servir de estímulo a su pareja para que se involucre en la mejora de las diversas sociedades. Ya lo decía Platón, sumamente pragmático en este punto, en su República: no contar con las mujeres en las tareas del gobierno y la educación es desperdiciar todo el riquísimo potencial de su deseable cooperación en la marcha del mundo.
Por consiguiente, a los varones, tanto por lo menos como a las mujeres, interesaría que desapareciese el Día de la Mujer Trabajadora, para sustituirlo por muchos días (todos los días) de compañerismo y comprensión de dos sexos, que están llamados a colaborar y emancipar conjuntamente a todo el género humano.¨
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